Lo más adecuado para estas fechas es un villancico. Y ¿qué mejor que un villancico lovecraftiano?
It's beginning to look a lot like fishmen
It's beginning to look a lot like fish-men
Everywhere I go;
From the minute I got to town
And started to look around
I thought these ill-bred people's gillslits showed.
I'm beginning to hear a lot of fish-men
Right outside my door,
As I try to escape in fright
To the moonlit Innsmouth night
I can hear some more.
They speak with guttural croaks and to hear them provokes
A profound desire to flee
Their eyes never blink and quite frankly they stink
Like a carcass washed up from the sea.
I wish I'd paid attention to that crazy drunken man.
He tried to warn me all about old Marsh's Deep One clan.
It's beginning to look a lot like Fish-men
Everywhere I go;
They can dynamite Devil Reef,
but that'll bring no relief,
Y'ha N'thlei is deeper than they know.
I'll continue to see a lot of fish-men
That I guarantee.
For the fish-man I really fear
is the one who's in the mirror
And he looks like me.
He looks just like me.
La culpa de esto la tiene la Howard Philips Lovecraft Historical Society y su disco navideño A Very Scary Solstice
Con los mejores deseos para estas fiestas: deseos de aniquilación de la especie humana. Disfrutad de las fiestas... mientras podáis.
PS: Este villancico consigue resumir en un minuto y medio La sombra sobre Innsmouth.
viernes, 28 de diciembre de 2007
domingo, 23 de diciembre de 2007
Cristo, Mitra y otros dioses solares
Aquél que no coma de mi cuerpo ni beba de mi sangre, de tal modo que sea uno conmigo y yo uno con él, no será salvado.
Esta es una inscripción que se encuentra en el Vaticano, lo cual parece muy lógico a primera vista. La sorpresa viene cuando descubrimos que no es una inscripción cristiana, sino que se halla en los restos del templo sobre el que se construyó el Vaticano: un templo dedicado a Mitra, dios solar de origen persa cuyo culto mistérico se introdujo en el Imperio Romano.
A Mitra se le llamaba "redentor", "el buen pastor". Sus seguidores comulgaban con pan y vino, su día sagrado era el domingo y se dirigían a sus sacerdotes con el apelativo de "padre". Por si fuera poco, Mitra nació, asistido por pastores, en una cueva... un 25 de Diciembre.
No es una fecha casual, por supuesto. Cristo y Mitra no son los únicos dioses solares que nacieron en fechas cercanas al solsticio de invierno. A menudo esos dioses nacen de madre virgen, y mueren para volver a nacer.
Como Atis, hijo de la virgen Nana y amante de Cibeles, cuya crucifixión en un pino y posterior resurrección se celebraba todos los años, con comuniones de pan y vino incluidas. También se le consideró un redentor.
O Tammuz/Dumuzid, consorte y también hijo en la virginidad de Ishtar/Inanna. Era un dios-pastor cuya muerte y resurrección se relacionaba con los solsticios, y cuyo símbolo religioso era la cruz. La cruz es un símbolo íntimamente relacionado con el culto al Sol, pero esto daría (y probablemente dará) para otro post.
También podríamos citar a Dioniso, dios del vino, quien, en una versión poco conocida de su nacimiento, es devorado por titanes al nacer de Perséfone, pero Zeus consigue recuperar su corazón y se lo da de comer a Sémele, quien da a luz siendo virgen. Su culto está relacionado con la muerte y resurrección, puesto que bajó a los infiernos y volvió, y luego ascendió como dios. Se le atribuye el milagro de convertir el agua en vino, y sus seguidores comían su "cuerpo" y bebían su "sangre".
Muerte y renacimiento, crucifixión, ritos de comunión, símbolos solares... Estas deidades, y muchas más que no mencionaré para no hacerme muy pesado, tienen demasiadas cosas en común como para que sean una mera casualidad. De algún modo, todas están relacionadas con el solsticio de invierno, cuando los días empiezan de nuevo a alargarse y el Sol triunfa sobre las tinieblas. La celebración del solsticio de invierno se puede rastrear al menos hasta el Neolítico, de modo que no es de extrañar que haya tantos ritos similares y celebraciones anuales por todo el mundo.
Así pues, ¡feliz solsticio de invierno!
(Fuente principal: The Mysterious dying God.)
A Mitra se le llamaba "redentor", "el buen pastor". Sus seguidores comulgaban con pan y vino, su día sagrado era el domingo y se dirigían a sus sacerdotes con el apelativo de "padre". Por si fuera poco, Mitra nació, asistido por pastores, en una cueva... un 25 de Diciembre.
No es una fecha casual, por supuesto. Cristo y Mitra no son los únicos dioses solares que nacieron en fechas cercanas al solsticio de invierno. A menudo esos dioses nacen de madre virgen, y mueren para volver a nacer.
Como Atis, hijo de la virgen Nana y amante de Cibeles, cuya crucifixión en un pino y posterior resurrección se celebraba todos los años, con comuniones de pan y vino incluidas. También se le consideró un redentor.
O Tammuz/Dumuzid, consorte y también hijo en la virginidad de Ishtar/Inanna. Era un dios-pastor cuya muerte y resurrección se relacionaba con los solsticios, y cuyo símbolo religioso era la cruz. La cruz es un símbolo íntimamente relacionado con el culto al Sol, pero esto daría (y probablemente dará) para otro post.
También podríamos citar a Dioniso, dios del vino, quien, en una versión poco conocida de su nacimiento, es devorado por titanes al nacer de Perséfone, pero Zeus consigue recuperar su corazón y se lo da de comer a Sémele, quien da a luz siendo virgen. Su culto está relacionado con la muerte y resurrección, puesto que bajó a los infiernos y volvió, y luego ascendió como dios. Se le atribuye el milagro de convertir el agua en vino, y sus seguidores comían su "cuerpo" y bebían su "sangre".
Muerte y renacimiento, crucifixión, ritos de comunión, símbolos solares... Estas deidades, y muchas más que no mencionaré para no hacerme muy pesado, tienen demasiadas cosas en común como para que sean una mera casualidad. De algún modo, todas están relacionadas con el solsticio de invierno, cuando los días empiezan de nuevo a alargarse y el Sol triunfa sobre las tinieblas. La celebración del solsticio de invierno se puede rastrear al menos hasta el Neolítico, de modo que no es de extrañar que haya tantos ritos similares y celebraciones anuales por todo el mundo.
Así pues, ¡feliz solsticio de invierno!
(Fuente principal: The Mysterious dying God.)
domingo, 16 de diciembre de 2007
Terry Pratchett padece Alzheimer
A través de Miskatonic Freak Parade he conocido la mala noticia: el escritor británico Terry Pratchett padece la enfermedad de Alzheimer. Él mismo ha hecho pública la noticia aquí, y estas han sido sus palabras (traducidas, con mayor o menor fortuna, por un servidor):
Amigos,
Me habría gustado mantener esto en silencio por un tiempo, pero debido a las próximas convenciones y, por supuesto, a la necesidad de mantener informados a mis editores, me parece injusto ocultar la noticia. Me han diagnosticado el principio de una forma muy rara de Alzheimer temprano, que explica la "apoplejía" fantasma de este año.
Nos lo estamos tomando con bastante filosofía y posiblemente con algo de optimismo. Por ahora el trabajo continúa con la conclusión de Nation y estoy terminando las notas básicas para Unseen Academics. Si todo lo demás sigue igual, espero cumplir con los compromisos más cercanos y, en la medida de lo posible, con los futuros, pero lo hablaré con los diversos organizadores. Francamente, preferiría que la gente se mantuviera animada, porque creo que hay tiempo para algunos libros más :o)
PS: Me gustaría señalar a todo aquel que haya leído lo anterior que esto debe interpretarse como un "no estoy muerto". Por supuesto, estaré muerto en algún momento del futuro, como todos. Para mí, esto puede estar más lejos de lo que pensáis -es demasiado pronto para decirlo-. Sé que es algo muy humano decir "¿hay algo que yo pueda hacer?", pero en este caso me gustaría recibir tales ofertas sólo de expertos muy avanzados en química cerebral.
Hay algo de broma de pésimo gusto en que esto le ocurra a un escritor de imaginación tan fértil. Pero ahí estarán sus libros siempre, y a través de ellos seguirá existiendo el Mundodisco, y vivirán Rincewind y el Bibliotecario, e incluso uno de sus personajes más curiosamente carismáticos: La Muerte.
Él mismo insiste en que no está muerto, así que lo mejor que podemos hacer es seguir disfrutando de sus libros y su inconfundible sentido del humor. De los que están escritos y los que están por escribir.
Y quieran los dioses que le queden muchos.
Él mismo insiste en que no está muerto, así que lo mejor que podemos hacer es seguir disfrutando de sus libros y su inconfundible sentido del humor. De los que están escritos y los que están por escribir.
Y quieran los dioses que le queden muchos.
martes, 4 de diciembre de 2007
Nosotros, de Yevgeni Zamyatin
(Post rescatado de mi antiguo blog)
Ad astra recomendaba en un postreciente tres libros para una depresión segura: 1984, de George Orwell, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, y Un mundo feliz, de Aldous Huxley. O sea: las tres distopías más famosas.
Yo añadiría una más: Nosotros, de Yevgeni Zamyatin. Hay muchas más distopías, por supuesto, pero la de Zamyatin es importante por su influencia sobre Orwell y probablemente sobre Huxley. Además quiero recomendarla porque es una de mis novelas favoritas, ¿pasa algo? ;)
Zamyatin era un novelista ruso que había apoyado la Revolución de Octubre y contempló horrorizado cómo dicha Revolución derivaba en una sociedad totalitaria. Mostró una especial preocupación por cómo muchos escritores convirtieron la literatura en mera propaganda al servicio del régimen. Lo expresó en un artículo titulado "Tengo miedo" con una famosa cita que suele aparecer siempre que se menciona a Zamyatin:
Ad astra recomendaba en un post
Yo añadiría una más: Nosotros, de Yevgeni Zamyatin. Hay muchas más distopías, por supuesto, pero la de Zamyatin es importante por su influencia sobre Orwell y probablemente sobre Huxley. Además quiero recomendarla porque es una de mis novelas favoritas, ¿pasa algo? ;)
Zamyatin era un novelista ruso que había apoyado la Revolución de Octubre y contempló horrorizado cómo dicha Revolución derivaba en una sociedad totalitaria. Mostró una especial preocupación por cómo muchos escritores convirtieron la literatura en mera propaganda al servicio del régimen. Lo expresó en un artículo titulado "Tengo miedo" con una famosa cita que suele aparecer siempre que se menciona a Zamyatin:
Lo que importa tener en cuenta es que una literatura genuina puede existir sólo donde la hacen, no unos plumíferos laboriosos y serviles, sino los locos, los herejes, los anacoretas, los soñadores, los sediciosos, los escépticos.
Nosotros pertenece a esa "literatura genuina", y va claramente en contra del régimen bolchevique. Tanto es así que, siendo escrita en 1920, no apareció publicada en la Unión Soviética hasta 1989. Ni que decir tiene que Zamyatin fue considerado "enemigo del pueblo", y no se le dejaba publicar en ningún medio. En un arrebato de locura, a riesgo de ir a dar con sus huesos al Gulag, pidió permiso a Stalin para emigrar a París. Lo sorprendente es que Stalin se lo concedió.
Yendo ya al grano de la novela, Nosotros nos muestra un Estado Único pesadillesco, gobernado por un Bienhechor elegido "democráticamente", al que le asiste la Oficina de Guardianes. Lo más característico de esta sociedad es que el individuo ha quedado proscrito. No existe el yo, existe el nosotros. Los habitantes de la Ciudad-Estado, que ya no tienen nombre propio, no son personas, son números. Viven en edificios de cristal transparente, porque si el individuo no existe, tampoco tiene sentido el concepto de "privado". Sus vidas están reglamentadas por rígidos horarios que regulan las horas de trabajo, descanso, la hora del paseo en que todos los números "pasean" al unísono... e incluso la hora de mantener relaciones sexuales. En definitiva, es la sociedad totalmente administrada de las pesadillas de los frankfurtianos.
La obra comienza con la noticia de la construcción del Integral, una nave espacial destinada a "poner bajo el benéfico yugo de la razón a aquellos seres desconocidos que habitan en otros planetas y que acaso viven todavía en un bárbaro estado de libertad". La noticia es un llamamiento a todos los números para que escriban panegíricos, loas, poemas, etc. sobre la belleza y grandeza del Estado Único. El protagonista de la novela, D-503, matemático y constructor del integral, decide aportar su granito de arena con una especie de diario en que describe la vida en la Ciudad-estado. La novela es el diario de D-503.
D-503 es un buen número. Ama la felicidad matemáticamente perfecta que le procura el Bienhechor. Adora ver un cielo sin nubes. De pequeño le hacía llorar la raíz cuadrada de menos uno. La más grande obra de la literatura antigua es para él la Guía de Ferrocarriles, con sus hermosos horarios. Los Horarios son sagrados. D-503 detesta la libertad que tanto elogiaban los humanos del pasado: libertad es igual a salvajismo y desorden.
Pero no todo es perfecto en el mundo de D-503. Más allá de la Muralla Verde que rodea la Ciudad, se extiende un mundo salvaje y primitivo, un mundo de instintos que escapa al control de la Razón. Un mundo no sometido a Horarios, un mundo de libertad, nubes en el cielo y sexo no regulado. La mayor vergüenza de D-503 son sus propios brazos, velludos como los de un mono, porque le recuerdan a ese mundo primitivo que está ahí fuera y que amenaza con entrar y quebrantar el orden matemáticamente perfecto del Estado Único.
No voy a contar nada más. Si alguien se anima y se decide a leer Nosotros, me daré por satisfecho. Sólo me gustaría destacar el hermoso lenguaje poético que usa Zamyatin en esta novela, y que distingue a Nosotros de otras distopías. Me despido con uno de mis pasajes favoritos.
Yendo ya al grano de la novela, Nosotros nos muestra un Estado Único pesadillesco, gobernado por un Bienhechor elegido "democráticamente", al que le asiste la Oficina de Guardianes. Lo más característico de esta sociedad es que el individuo ha quedado proscrito. No existe el yo, existe el nosotros. Los habitantes de la Ciudad-Estado, que ya no tienen nombre propio, no son personas, son números. Viven en edificios de cristal transparente, porque si el individuo no existe, tampoco tiene sentido el concepto de "privado". Sus vidas están reglamentadas por rígidos horarios que regulan las horas de trabajo, descanso, la hora del paseo en que todos los números "pasean" al unísono... e incluso la hora de mantener relaciones sexuales. En definitiva, es la sociedad totalmente administrada de las pesadillas de los frankfurtianos.
La obra comienza con la noticia de la construcción del Integral, una nave espacial destinada a "poner bajo el benéfico yugo de la razón a aquellos seres desconocidos que habitan en otros planetas y que acaso viven todavía en un bárbaro estado de libertad". La noticia es un llamamiento a todos los números para que escriban panegíricos, loas, poemas, etc. sobre la belleza y grandeza del Estado Único. El protagonista de la novela, D-503, matemático y constructor del integral, decide aportar su granito de arena con una especie de diario en que describe la vida en la Ciudad-estado. La novela es el diario de D-503.
D-503 es un buen número. Ama la felicidad matemáticamente perfecta que le procura el Bienhechor. Adora ver un cielo sin nubes. De pequeño le hacía llorar la raíz cuadrada de menos uno. La más grande obra de la literatura antigua es para él la Guía de Ferrocarriles, con sus hermosos horarios. Los Horarios son sagrados. D-503 detesta la libertad que tanto elogiaban los humanos del pasado: libertad es igual a salvajismo y desorden.
Pero no todo es perfecto en el mundo de D-503. Más allá de la Muralla Verde que rodea la Ciudad, se extiende un mundo salvaje y primitivo, un mundo de instintos que escapa al control de la Razón. Un mundo no sometido a Horarios, un mundo de libertad, nubes en el cielo y sexo no regulado. La mayor vergüenza de D-503 son sus propios brazos, velludos como los de un mono, porque le recuerdan a ese mundo primitivo que está ahí fuera y que amenaza con entrar y quebrantar el orden matemáticamente perfecto del Estado Único.
No voy a contar nada más. Si alguien se anima y se decide a leer Nosotros, me daré por satisfecho. Sólo me gustaría destacar el hermoso lenguaje poético que usa Zamyatin en esta novela, y que distingue a Nosotros de otras distopías. Me despido con uno de mis pasajes favoritos.
Se me arrimó aún más y, apoyándose en mi hombro, quedamos fundidos en uno. Algo emanaba de ella que penetraba en mí. Sé que así debía ser. Sé que así lo exigía cada nervio mío, cada cabello, cada dulce latido de mi corazón. ¡Y qué gozo rendirse a lo que debía ser! Probablemente un trozo de hierro goza así cuando se rinde a una ley inevitable, exigente, y se adhiere al imán. Una piedra lanzada al aire titubea un segundo en las alturas y luego se precipita al suelo. Y un hombre, tras las convulsiones de la agonía, respira por última vez y muere.
Recuerdo que sonreí vagamente y dije por decir algo:
-Niebla... mucha.
-¿A ti te gusta la niebla?
Esos antiguos "tú" y "ti", olvidados hace ya largo tiempo -el "tú" que usa un señor con su esclavo-, entraron dentro de mí aguda y lentamente. Sí, soy un esclavo. Eso también está bien. Es como debe ser.
sábado, 1 de diciembre de 2007
Los 10 mandamientos de la escritura filosófica (II)
(Continuación de este post)
6. Respetarás la distinción entre orden de pensamiento y orden de exposición.
Cuando estamos investigando una cuestión, a menudo tomamos notas conforme se nos van ocurriendo ideas: citas relevantes, posibles argumentos... El orden en el que se nos ocurren esas ideas es el orden del pensamiento.El orden de exposición, por otra parte, es el orden en el que esas ideas quedan ordenadas finalmente en el texto. A no ser que seas una especie de dios de la filosofía y las ideas se te aparezcan en el coco de un modo perfectamente ordenado, coherente y sistemático de cojones, no puedes exponer tus ideas en un artículo en el mismo orden en que se te ocurren. No, no vale sentarte y escribir conforme se te vayan ocurriendo las cosas. Recuerda que tu intención debe ser que el lector te comprenda con facilidad. Vale, Platón escribía diálogos y Nietzsche escribía aforismos. Pero tú no eres Nietzsche ni Platón, ¿verdad?
7. Aducirás razones o evidencia para tus afirmaciones.
Cuando estés defendiendo tu propia postura, a menudo tendrás que expresar tus propias creencias sobre el tema. Por supuesto, no vale decir "a mí me parece que..." o "yo opino de que..." sin más. Si tu opinión se basa en hechos o argumentos, hazlos explícitos. Si sientes que tienes razón pero no eres capaz de decir por qué, es hora de revisar a fondo tu postura. Del mismo modo, cuando escribes acerca de la postura de otra persona, debes incluir citas relevantes. Si vas a defender que la Crítica de la Razón Pura de Kant es una apología del capitalismo, muestra evidencias textuales de que esto es así. No acuses sin pruebas.
8. No sacarás citas fuera de contexto.
No se puede entender la postura de un filósofo a través de un par de frases sueltas. Explica esa cita situándola en contexto, y explica qué crees que quiere decir el autor. Si incluyes esa cita en tu texto es porque crees que es importante, ¿no? Haz ver a tu lector por qué. Este consejo también vale para evitar poner citas al tun-tun sólo porque "tienes que poner citas". Yo he visto algún trabajo de nivel universitario con citas que no tenían absolutamente nada que ver con el tema que se trataba. Si convertimos la cita en un mero corta-pega, corremos también el riesgo de poner en boca de un autor una tesis que no es la suya. Por ejemplo:
6. Respetarás la distinción entre orden de pensamiento y orden de exposición.
Cuando estamos investigando una cuestión, a menudo tomamos notas conforme se nos van ocurriendo ideas: citas relevantes, posibles argumentos... El orden en el que se nos ocurren esas ideas es el orden del pensamiento.El orden de exposición, por otra parte, es el orden en el que esas ideas quedan ordenadas finalmente en el texto. A no ser que seas una especie de dios de la filosofía y las ideas se te aparezcan en el coco de un modo perfectamente ordenado, coherente y sistemático de cojones, no puedes exponer tus ideas en un artículo en el mismo orden en que se te ocurren. No, no vale sentarte y escribir conforme se te vayan ocurriendo las cosas. Recuerda que tu intención debe ser que el lector te comprenda con facilidad. Vale, Platón escribía diálogos y Nietzsche escribía aforismos. Pero tú no eres Nietzsche ni Platón, ¿verdad?
7. Aducirás razones o evidencia para tus afirmaciones.
Cuando estés defendiendo tu propia postura, a menudo tendrás que expresar tus propias creencias sobre el tema. Por supuesto, no vale decir "a mí me parece que..." o "yo opino de que..." sin más. Si tu opinión se basa en hechos o argumentos, hazlos explícitos. Si sientes que tienes razón pero no eres capaz de decir por qué, es hora de revisar a fondo tu postura. Del mismo modo, cuando escribes acerca de la postura de otra persona, debes incluir citas relevantes. Si vas a defender que la Crítica de la Razón Pura de Kant es una apología del capitalismo, muestra evidencias textuales de que esto es así. No acuses sin pruebas.
8. No sacarás citas fuera de contexto.
No se puede entender la postura de un filósofo a través de un par de frases sueltas. Explica esa cita situándola en contexto, y explica qué crees que quiere decir el autor. Si incluyes esa cita en tu texto es porque crees que es importante, ¿no? Haz ver a tu lector por qué. Este consejo también vale para evitar poner citas al tun-tun sólo porque "tienes que poner citas". Yo he visto algún trabajo de nivel universitario con citas que no tenían absolutamente nada que ver con el tema que se trataba. Si convertimos la cita en un mero corta-pega, corremos también el riesgo de poner en boca de un autor una tesis que no es la suya. Por ejemplo:
Piluky sostiene que la filosofía debe ser "rollos macabeos que oscurezcan las argumentaciones de tal manera que éstas ni se entiendan ni sean, finalmente, argumentaciones".
Cuando el texto original dice:
La Filosofía es o debe ser aclaración conceptual y no rollos macabeos que oscurezcan las argumentaciones de tal manera que éstas ni se entiendan ni sean, finalmente, argumentaciones.
Aunque claro, también se puede descontextualizar la cita a mala leche, sólo por joder.
9. No desatenderás los procedimientos adecuados de bibliografía y notas al pie.
Importantísimo, y relacionado con el anterior. Por usar el mismo ejemplo que antes, tienes que señalar exactamente en qué páginas de qué obra y de qué edición está la defensa kantiana del capitalismo. Así cualquiera podrá ir exactamente al mismo texto que has acudido tú y comprobar si efectivamente está ahí lo que tú dices que está. Usa las convenciones adecuadas a la hora de citar, y si no las conoces pregunta en tu facultad. Recuerda también que una nota al pie con su referencia bibliográfica es la delgada línea que separa el legítimo derecho a cita del plagio.
10. Confrontarás a tu "oponente" respetándolo como a tu igual.
La filosofía "va" de comunicar ideas, y de convencer racionalmente al otro de que lo que sostienes es cierto. No es una imposición, o al menos no debe serlo, por lo que cualquier texto contiene la invitación implícita a que lo discutas (y si uno no es capaz de aceptar que lo que dice es discutible, ni es filósofo ni es nada). Así que lee con atención y tómate la molestia de entender lo que lees. Si no lo entiendes, no lo aceptes "porque sí, porque estoy leyendo a una autoridad" ni lo rechaces porque "no se entiende nada". Hay dos posibilidades: que tú no lo entiendas o que el texto no sea del todo inteligible. Las buenas maneras nos dictan que debemos considerar primero la primera posibilidad. Una vez descartado que el fallo está en ti, puedes pasar a dar las razones por las que el texto no se entiende bien (¿algún término oscuro? ¿un argumento débil?). La última opción es que el autor sea de los que disfrutan escribiendo tonterías sin sentido e intentan hacerlas pasar por filosofía. Que también puede ser.
Hasta aquí los diez mandamientos. Los enunciados no son una traducción literal, pero he intentado mantener el espíritu. Recomiendo de nuevo leer el artículo original (pdf), que contiene algunos consejos adicionales.
10. Confrontarás a tu "oponente" respetándolo como a tu igual.
La filosofía "va" de comunicar ideas, y de convencer racionalmente al otro de que lo que sostienes es cierto. No es una imposición, o al menos no debe serlo, por lo que cualquier texto contiene la invitación implícita a que lo discutas (y si uno no es capaz de aceptar que lo que dice es discutible, ni es filósofo ni es nada). Así que lee con atención y tómate la molestia de entender lo que lees. Si no lo entiendes, no lo aceptes "porque sí, porque estoy leyendo a una autoridad" ni lo rechaces porque "no se entiende nada". Hay dos posibilidades: que tú no lo entiendas o que el texto no sea del todo inteligible. Las buenas maneras nos dictan que debemos considerar primero la primera posibilidad. Una vez descartado que el fallo está en ti, puedes pasar a dar las razones por las que el texto no se entiende bien (¿algún término oscuro? ¿un argumento débil?). La última opción es que el autor sea de los que disfrutan escribiendo tonterías sin sentido e intentan hacerlas pasar por filosofía. Que también puede ser.
Hasta aquí los diez mandamientos. Los enunciados no son una traducción literal, pero he intentado mantener el espíritu. Recomiendo de nuevo leer el artículo original (pdf), que contiene algunos consejos adicionales.
martes, 27 de noviembre de 2007
Los 10 mandamientos de la escritura filosófica (I)
Vía Online Papers in Philosophy he descubierto este breve artículo de Adrian M. S. Piper . Estos 10 mandamientos constituyen una guía de estilo para escribir filosofía. Claro está, al modo analítico, que a fin de cuentas es (¡¡¡atención, flame!!!) la única forma de hacer filosofía seria.
Aquí ofrezco una traducción (hecha como buenamente he podido) de los mandamientos y un breve resumen de la idea detrás de cada uno. Por supuesto, lo suyo es leer el original.
1. No oscurecerás tus ideas con prosa rimbombante.
¡Muestra un poco de respeto por tus lectores, por las ideas que tratas de comunicar y por ti mismo, leñe! Cuando escribes filosofía, lo que intentas es comunicar ideas, no demostrar tus habilidades poéticas. Algunas ideas ya son bastante complejas y difíciles de entender de por sí. ¿Qué necesidad tenemos de complicarnos la vida y complicársela al lector? Vocabulario pomposo, oraciones interminables, oscuras metáforas... deben evitarse. Relee lo que acabas de escribir, y si no está claro, cámbialo.
2. Definirás tus términos.
Algunos términos filosóficos están tan asentados que no requieren una definición en cada nuevo artículo que se escribe. Sin embargo, si vas a darle a un concepto un matiz que no ha tenido tradicionalmente, ¡hazlo explícito! Ni que decir tiene que si tratas de acuñar un nuevo concepto, lo primero que debes hacer es definirlo. Y si usas una palabra del lenguaje no técnico y quieres darle un sentido especial, explica en qué sentido la usas. Y sobre todo, usa los términos de manera consistente y no cambies su sentido cada dos por tres.
3. No mancillarás la racionalidad de tus argumentos con retórica.
Cuando escribas, apela a la razón y no a los sentimientos. Es muy tentador usar palabras con una fuerte carga emocional ("racista", "feminista", "radical"...) para ganarte a los lectores por simpatía en lugar de argumentación. No debe ser tarea de la filosofía soliviantar a un auditorio sino convencer mediante razones.
4. Ilustrarás tus generalidades y abstracciones con ejemplos concretos.
Aunque a veces nos movamos en altos niveles de abstracción, ilustrar mediante ejemplos es una buena forma de aclarar exactamente qué queremos decir. Es también una excelente forma de mostrar cómo algunas ideas que parecen demasiado abstractas se aplican a casos concretos. Eso sí, nada de metáforas oscuras que sólo sirvan para que las generaciones venideras organicen seminarios dedicados exclusivamente a entenderte.
5. No rellenarás tu discusión con paja.
"La cuestión que vamos a examinar en este artículo parte de una larga tradición que bla bla bla. Ya los primeros filósofos griegos, cuando los dinosaurios dominaban la tierra paja paja paja paja." ¡Nada de meter paja! Quizá a la hora de ponerte a escribir necesites un poco de relleno para "ponerte en marcha". Pero cuando revises tu texto, asegúrate de eliminar todo lo que no contribuya a tu argumentación ni a la elaboración de tu postura. Aunque claro, quizá te hayan pedido un trabajo de diez páginas para una asignatura y te hayan salido sólo siete. En ese caso, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Los cinco mandamientos que faltan los dejamos para una segunda parte.
Aquí ofrezco una traducción (hecha como buenamente he podido) de los mandamientos y un breve resumen de la idea detrás de cada uno. Por supuesto, lo suyo es leer el original.
1. No oscurecerás tus ideas con prosa rimbombante.
¡Muestra un poco de respeto por tus lectores, por las ideas que tratas de comunicar y por ti mismo, leñe! Cuando escribes filosofía, lo que intentas es comunicar ideas, no demostrar tus habilidades poéticas. Algunas ideas ya son bastante complejas y difíciles de entender de por sí. ¿Qué necesidad tenemos de complicarnos la vida y complicársela al lector? Vocabulario pomposo, oraciones interminables, oscuras metáforas... deben evitarse. Relee lo que acabas de escribir, y si no está claro, cámbialo.
2. Definirás tus términos.
Algunos términos filosóficos están tan asentados que no requieren una definición en cada nuevo artículo que se escribe. Sin embargo, si vas a darle a un concepto un matiz que no ha tenido tradicionalmente, ¡hazlo explícito! Ni que decir tiene que si tratas de acuñar un nuevo concepto, lo primero que debes hacer es definirlo. Y si usas una palabra del lenguaje no técnico y quieres darle un sentido especial, explica en qué sentido la usas. Y sobre todo, usa los términos de manera consistente y no cambies su sentido cada dos por tres.
3. No mancillarás la racionalidad de tus argumentos con retórica.
Cuando escribas, apela a la razón y no a los sentimientos. Es muy tentador usar palabras con una fuerte carga emocional ("racista", "feminista", "radical"...) para ganarte a los lectores por simpatía en lugar de argumentación. No debe ser tarea de la filosofía soliviantar a un auditorio sino convencer mediante razones.
4. Ilustrarás tus generalidades y abstracciones con ejemplos concretos.
Aunque a veces nos movamos en altos niveles de abstracción, ilustrar mediante ejemplos es una buena forma de aclarar exactamente qué queremos decir. Es también una excelente forma de mostrar cómo algunas ideas que parecen demasiado abstractas se aplican a casos concretos. Eso sí, nada de metáforas oscuras que sólo sirvan para que las generaciones venideras organicen seminarios dedicados exclusivamente a entenderte.
5. No rellenarás tu discusión con paja.
"La cuestión que vamos a examinar en este artículo parte de una larga tradición que bla bla bla. Ya los primeros filósofos griegos, cuando los dinosaurios dominaban la tierra paja paja paja paja." ¡Nada de meter paja! Quizá a la hora de ponerte a escribir necesites un poco de relleno para "ponerte en marcha". Pero cuando revises tu texto, asegúrate de eliminar todo lo que no contribuya a tu argumentación ni a la elaboración de tu postura. Aunque claro, quizá te hayan pedido un trabajo de diez páginas para una asignatura y te hayan salido sólo siete. En ese caso, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Los cinco mandamientos que faltan los dejamos para una segunda parte.
lunes, 26 de noviembre de 2007
Volviendo a empezar
Hola, me llamo Lorenzo y antes tenía un blog, al que llamé electric sheep. El susodicho blog pasó por muchas metamorfosis, hasta que llegó a La Coctelera. Ahí pasó un tiempo, en el que a duras penas lo mantuve con vida a base de publicar un post cada mes avisando de que al siguiente mes iba a publicar más a menudo. Al final lo abandoné, y aunque hice un pequeño intento de relanzarlo, me dí cuenta de que no me identificaba con ese blog y decidí empezar desde cero. Aquí.
Y esa es mi historia. A ver qué tal me va en esta nueva etapa.
Y esa es mi historia. A ver qué tal me va en esta nueva etapa.
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