martes, 4 de diciembre de 2007

Nosotros, de Yevgeni Zamyatin

(Post rescatado de mi antiguo blog)

Ad astra recomendaba en un post reciente tres libros para una depresión segura: 1984, de George Orwell, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, y Un mundo feliz, de Aldous Huxley. O sea: las tres distopías más famosas.

Yo añadiría una más: Nosotros, de Yevgeni Zamyatin. Hay muchas más distopías, por supuesto, pero la de Zamyatin es importante por su influencia sobre Orwell y probablemente sobre Huxley. Además quiero recomendarla porque es una de mis novelas favoritas, ¿pasa algo? ;)

Zamyatin era un novelista ruso que había apoyado la Revolución de Octubre y contempló horrorizado cómo dicha Revolución derivaba en una sociedad totalitaria. Mostró una especial preocupación por cómo muchos escritores convirtieron la literatura en mera propaganda al servicio del régimen. Lo expresó en un artículo titulado "Tengo miedo" con una famosa cita que suele aparecer siempre que se menciona a Zamyatin:

Lo que importa tener en cuenta es que una literatura genuina puede existir sólo donde la hacen, no unos plumíferos laboriosos y serviles, sino los locos, los herejes, los anacoretas, los soñadores, los sediciosos, los escépticos.
Nosotros pertenece a esa "literatura genuina", y va claramente en contra del régimen bolchevique. Tanto es así que, siendo escrita en 1920, no apareció publicada en la Unión Soviética hasta 1989. Ni que decir tiene que Zamyatin fue considerado "enemigo del pueblo", y no se le dejaba publicar en ningún medio. En un arrebato de locura, a riesgo de ir a dar con sus huesos al Gulag, pidió permiso a Stalin para emigrar a París. Lo sorprendente es que Stalin se lo concedió.

Yendo ya al grano de la novela, Nosotros nos muestra un Estado Único pesadillesco, gobernado por un Bienhechor elegido "democráticamente", al que le asiste la Oficina de Guardianes. Lo más característico de esta sociedad es que el individuo ha quedado proscrito. No existe el yo, existe el nosotros. Los habitantes de la Ciudad-Estado, que ya no tienen nombre propio, no son personas, son números. Viven en edificios de cristal transparente, porque si el individuo no existe, tampoco tiene sentido el concepto de "privado". Sus vidas están reglamentadas por rígidos horarios que regulan las horas de trabajo, descanso, la hora del paseo en que todos los números "pasean" al unísono... e incluso la hora de mantener relaciones sexuales. En definitiva, es la sociedad totalmente administrada de las pesadillas de los frankfurtianos.

La obra comienza con la noticia de la construcción del Integral, una nave espacial destinada a "poner bajo el benéfico yugo de la razón a aquellos seres desconocidos que habitan en otros planetas y que acaso viven todavía en un bárbaro estado de libertad". La noticia es un llamamiento a todos los números para que escriban panegíricos, loas, poemas, etc. sobre la belleza y grandeza del Estado Único. El protagonista de la novela, D-503, matemático y constructor del integral, decide aportar su granito de arena con una especie de diario en que describe la vida en la Ciudad-estado. La novela es el diario de D-503.

D-503 es un buen número. Ama la felicidad matemáticamente perfecta que le procura el Bienhechor. Adora ver un cielo sin nubes. De pequeño le hacía llorar la raíz cuadrada de menos uno. La más grande obra de la literatura antigua es para él la Guía de Ferrocarriles, con sus hermosos horarios. Los Horarios son sagrados. D-503 detesta la libertad que tanto elogiaban los humanos del pasado: libertad es igual a salvajismo y desorden.

Pero no todo es perfecto en el mundo de D-503. Más allá de la Muralla Verde que rodea la Ciudad, se extiende un mundo salvaje y primitivo, un mundo de instintos que escapa al control de la Razón. Un mundo no sometido a Horarios, un mundo de libertad, nubes en el cielo y sexo no regulado. La mayor vergüenza de D-503 son sus propios brazos, velludos como los de un mono, porque le recuerdan a ese mundo primitivo que está ahí fuera y que amenaza con entrar y quebrantar el orden matemáticamente perfecto del Estado Único.

No voy a contar nada más. Si alguien se anima y se decide a leer Nosotros, me daré por satisfecho. Sólo me gustaría destacar el hermoso lenguaje poético que usa Zamyatin en esta novela, y que distingue a Nosotros de otras distopías. Me despido con uno de mis pasajes favoritos.
Se me arrimó aún más y, apoyándose en mi hombro, quedamos fundidos en uno. Algo emanaba de ella que penetraba en mí. Sé que así debía ser. Sé que así lo exigía cada nervio mío, cada cabello, cada dulce latido de mi corazón. ¡Y qué gozo rendirse a lo que debía ser! Probablemente un trozo de hierro goza así cuando se rinde a una ley inevitable, exigente, y se adhiere al imán. Una piedra lanzada al aire titubea un segundo en las alturas y luego se precipita al suelo. Y un hombre, tras las convulsiones de la agonía, respira por última vez y muere.

Recuerdo que sonreí vagamente y dije por decir algo:

-Niebla... mucha.

-¿A ti te gusta la niebla?

Esos antiguos "tú" y "ti", olvidados hace ya largo tiempo -el "tú" que usa un señor con su esclavo-, entraron dentro de mí aguda y lentamente. Sí, soy un esclavo. Eso también está bien. Es como debe ser.

3 comentarios:

  1. Mi preferido, sin duda!
    Que bién que mezcla Zamyatin técnica-poetica-matemática,

    "Pero sí, está claro que para establecer el verdadero significado de una función es necesario fijar su límite. Y está claro que, llevada a su limite la absurda <> de ayer, es la muerte. Porque la muerte es precisamente la disolución más completa del yo en el universo. De aquí que si por A entendemos amor y por M muerte, entonces tenemos
    A=f(M), o sea que el amor es una función de la muerte..."

    Fenomenal!

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  2. A mí también me gusta mucho ese estilo que tiene Zamyatin. Da la sensación de que D-503 es un matemático con alma de poeta :)

    ¡Gracias por comentar!

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  3. Tremenda novela! Tiene muchos elementos que luego se repiten en 1984. El lenguaje utilizado... bueno, simplemente fenomenal.

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