jueves, 24 de diciembre de 2009

It's beginning to look a lot like...

Ya estamos otra vez en esa época del año. Las calles se llenan de alegres gentes de ojos saltones y mirada fija, apestando a pescado podrido y ocultando a duras penas sus agallas. En algún callejón oscuro se oye un misterioso gorgoteo mientras algo innombrable se desliza entre las sombras. Sí, definitivamente it's beggining to look a lot like Christmas fishmen.



Sin duda mi villancico favorito, y ya apareció por aquí hace un par de años. Pero este vídeo es aún mejor.

¡Feliz solsticio de invierno a todos los humanos e híbridos!

viernes, 4 de diciembre de 2009

Manifiesto: “En defensa de los derechos fundamentales en internet”

NOTA: Yo no soy el autor de este manifiesto. Se trata de una iniciativa que está circulando por la red, y yo me sumo a ella ayudando a difundir el texto. Más información.

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…
  1. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
  2. La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
  3. La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
  4. La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
  5. Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
  6. Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
  7. Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
  8. Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
  9. Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
  10. En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

jueves, 1 de octubre de 2009

Muertes de filósofos: La Mettrie


Nombre: Julien Offray de La Mettrie.

Edad en el momento de morir: 42 años.

Fecha y lugar de muerte: 11 de noviembre de 1751, Berlín.

Causa de muerte: Indigestión por pâté de faisan aux truffes.

Descripción: La Mettrie, médico francés y filósofo materialista. Su sistema de pensamiento fue una reacción contra el dualismo mente-cuerpo cartesiano. En su obra capital, El hombre máquina, defendió la idea de que el cuerpo humano es como una máquina, y que los estados psíquicos están estrechamente correlacionados con los estados físicos. Así, por ejemplo, la enfermedad nos baja el ánimo, el opio nos puede hacer creer que somos vampiros, o comer carne poco hecha y sangrienta hace que los ingleses sean un pueblo salvaje y fiero. Es decir, los estados del alma son producidos por los del cuerpo. Pero no hay que entender el alma como una substancia distinta al cuerpo, ya que La Mettrie defendía un materialismo monista: la única realidad existente es la materia, la Naturaleza.

No hay, para nuestro filósofo-médico (o médico-filósofo -para él sólo los filósofos que además son médicos pueden entender completamente al ser humano-) otra substancia que no sea la materia. No existe, por tanto, Dios ni ningún otro ser superior. La moral no procede de la religión sino de la propia naturaleza, de nuestro propio cuerpo. Y lo que nos pide el cuerpo es disfrutar, pasarlo bien: una moral basada en el placer.

Vemos, entonces, que nuestro amigo Julien era materialista, ateo y hedonista. El problema es que en el siglo XVIII eso no estaba muy bien visto, que digamos. Sus ideas le granjearon multitud de enemigos en Francia, pero más por el hedonismo y el ateísmo que por el materialismo en sí. Muchos le acusaban de defender un sistema filosófico así para justificar sus depravaciones sexuales y sus excesos, aunque no existen pruebas concluyentes de la vida disoluta que le atribuían sus coetáneos. Pero sí sabemos, y esto es relevante para el asunto que nos ocupa, que era amigo de la buena comida.

El caso es que tuvo que irse de Francia porque la cosa se estaba poniendo fea. Se fue a Holanda, donde tampoco le acogieron precisamente con los brazos abiertos. Finalmente encontró refugio en la corte de Federico II de Prusia, quien le nombró miembro de la Academia de Berlín. Y fue en esta ciudad donde encontró la muerte.

Cuentan que a finales de octubre de 1751 se celebró un banquete en la casa del embajador de Francia en Prusia. Allí estuvo La Mettrie, animando la fiesta con sus chistes y disfrutando, como buen hedonista, de la comida y la bebida. En un momento determinado se presentó a los comensales un plato de pâté de faisan aux truffes. A La Mettrie se le hizo la boca agua, y se zampó, si no el plato entero, al menos una gran parte. En alguna versión he leído que se trataba de una apuesta ("no hay narices a comerse eso entero"), o quizá fue sólo falta de autocontrol.

De un modo u otro, no fue una buena idea. La "hazaña" de La Mettrie le valió una indigestión bastante grave, quizá una intoxicación alimentaria de algún tipo. Veinte días después del banquete, murió en Berlín. Sus enemigos no perdieron la oportunidad de señalar que se lo tenía merecido por glotón, hedonista y ateo. "¿Veis a lo que lleva el materialismo?", dirían. El propio Federico II, que compuso el elogio de La Mettrie, escribió en una carta privada que había muerto por indigestión.

Pero en las muertes de los filósofos, como hemos visto hasta ahora, las cosas casi nunca son lo que parecen. Porque no está nada claro que la muerte se debiera a una indigestión, y a día de hoy no se ha podido demostrar. De hecho lo más probable es que se le complicara con alguna otra enfermedad, o incluso se agravara su estado debido a las sangrías que él mismo, como buen médico de la época, se aplicaba. Pero claro, para los enemigos de La Mettrie, y para los enemigos del materialismo en general, era más conveniente ridiculizar su muerte para ridiculizar su filosofía.

Fuentes:

  • Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, tomo 1, Madrid 1903.
  • C. U. M. Smith, "Julien Offray de la Mettrie (1709-1751)", Journal of the History of the Neurosciences, 2002, Vol. 11, No. 2, pp. 110-124.
  • José Ferrater Mora, "La Mettrie", Diccionario de Filosofía, RBA, Barcelona 2005.
  • Wikipedia.

viernes, 12 de junio de 2009

El santuario de la ignorancia

"Pues si, por ejemplo, cayese una piedra desde un tejado sobre la cabeza de alguien, y lo matase, demostrarán que la piedra ha caído para matar a ese hombre, de la manera siguiente. Si no ha caído con dicho fin, queriéndolo Dios, ¿cómo han podido juntarse al azar tantas circunstancias? (y, efectivamente, a menudo concurren muchas a la vez). Quizá responderás que ello ha sucedido porque el viento soplaba y el hombre pasaba por allí. Pero —insistirán— ¿por qué soplaba entonces el viento? ¿Por qué el hombre pasaba por allí justo en ese momento? Si respondes, de nuevo, que el viento se levantó porque el mar, estando el tiempo aún tranquilo, había empezado a agitarse el día anterior, y que el hombre había sido invitado por un amigo, insistirán de nuevo, a su vez —ya que no hay un límite para las preguntas que se pueden hacer—: ¿y por qué se agitaba el mar? ¿por qué el hombre fue invitado en aquel momento? Y, así, no cesarán de preguntar las causas de las causas, hasta que te refugies en la voluntad de Dios, es decir, el santuario de la ignorancia".
Baruch Spinoza, Ethica more geometrico demonstrata, Apéndice al Libro I.

martes, 14 de abril de 2009

Phineas Gage

Voy a contaros una historia, triste y a la vez con un gran significado para las ciencias cognitivas. Es la historia de Phineas P. Gage, un joven capataz de construcción norteamericano cuya vida cambió por completo en el verano de 1848.

Gage trabajaba para una compañía de ferrocarriles. Tenía a su cargo una numerosa cuadrilla cuyo trabajo consistía en tender una nueva vía a través de Vermont. No era un trabajo fácil, ya que el terreno era accidentado y lleno de roca dura, de modo que había que hacer volar las rocas para ir abriendo camino. Pero Phineas estaba perfectamente cualificado para el trabajo. Se trataba de un joven atlético y hábil, fuerte y sano. Sus jefes tenían confianza plena en él, aseguraban que era su trabajador más eficiente. Era metódico y muy competente.

Todas esas cualidades eran necesarias para el trabajo que estaba desempeñando, especialmente por lo peligroso que resultaba preparar las detonaciones de las rocas. Había que seguir los pasos de manera ordenada, puesto que un error podía pagarse caro. En primer lugar había que perforar un agujero en la roca, que se rellenaba hasta la mitad con pólvora. Se insertaba una mecha y la pólvora se cubría con arena. Después se apisonaba la arena a golpes efectuados con una cuidadosa secuencia, usando una vara de hierro. Por último se encendía la mecha. Si todo se había hecho correctamente, la pólvora explotaría dentro de la roca, sin proyectar la explosión hacia el exterior, gracias a la protección de la arena. La forma de la vara de hierro y la manera de manejarla también era muy importante, hasta el punto de que Gage tenía su propia vara hecha por encargo de manera muy específica. Sin duda era un verdadero profesional.

Pero en una aciaga tarde de aquel verano, la vida de Phineas Gage tomó un brusco e inesperado giro. Nada volvería a ser igual cuando, preparando la detonación de una de las rocas, Gage se despistó un instante por la llamada de alguien que tenía detrás. Al volver su atención a la roca, no se dio cuenta de que su ayudante aún no había puesto la arena, y empezó a golpear con su barra de hierro. Esto provocó chispas en la roca y la carga le explotó en la cara.

La barra de hierro penetró por la mejilla izquierda de Gage, perforó la base del cráneo, atravesó la parte frontal de éste y salió a través de la parte superior de la cabeza, aterrizando a más de treinta metros.

Pero, para sorpresa de la cuadrilla, Phineas Gage no estaba muerto. No sólo eso, sino que además hablaba. Sus hombres le transportaron en una carreta hasta un hotel. Viajó sentado, y cuando llegaron bajó con sólo un poco de ayuda. Allí le atendió el Dr. Edward Williams, quien le trató la herida, ante la sorpresa de que Gage hablaba con absoluta normalidad, relatando su accidente de manera racional y ordenada.

La herida se complicó con una infección, pero fue tratado por su médico, el Dr. John Harlow, y en menos de dos meses se consideró que Gage estaba curado: su recuperación fue completa, a excepción de una pérdida de visión en el ojo izquierdo. Pero por sorprendente que fuera sobrevivir a una herida así, lo más increíble del caso era lo que iba a suceder después.

Phineas Gage ya no era la misma persona. Y no lo digo en sentido figurado, o refiriéndome al hecho de que una experiencia tan traumática cambia a cualquiera. El amable y trabajador Gage, extremadamente responsable y meticuloso, con aspiraciones de futuro y respetado por todos los que le rodeaban, ahora era, según el Dr. Harlow:
Irregular, irreverente, cayendo a veces en las mayores blasfemias, lo que anteriormente no era su costumbre, no manifestando la menor deferencia para sus compañeros, impaciente por las restricciones o los consejos cuando entran en conflicto con sus deseos, a veces obstinado de manera pertinaz, pero caprichoso y vacilante, imaginando muchos planes de actuación futura, que son abandonados antes de ser preparados.
Incluso se aconsejaba a las mujeres que evitaran pasar mucho tiempo con él, por la extrema obscenidad de su lenguaje. Las personas cercanas a él ya no lo reconocían. Sus jefes tuvieron que despedirle. Estuvo trabajando en diversas granjas de caballos, incapaz de mantener un empleo estable durante mucho tiempo. Más tarde vino su carrera como atracción de circo, rodeado de enanos, mujeres barbudas y otros freaks. La gente iba a verle a él y a la barra que le atravesó el cráneo, de la que, al parecer, Gage nunca se separaba.

Continuó con sus trabajos precarios en granjas desde Sudamérica a San Francisco, ciudad en la que encontró un hueco entre los vagos y maleantes, trabajando a ratos como jornalero y a ratos armando jaleo en tabernas de mala muerte. Así fue como pasó Gage sus últimos días, puesto que en estos últimos tiempos empezó a desarrollar ataques epilépticos. El último de ellos fue tan fuerte que Phineas llegó a perder el conocimiento entre convulsiones contínuas que se sucedieron hasta su muerte, a los treinta y ocho años, en 1861.

El caso de Phineas P. Gage ha llegado a convertirse en todo un lugar común en el estudio de la mente y el cerebro. Fue quizá el primero que sugería que daños en el cerebro pueden llevar a cambios en la personalidad y el comportamiento. Aún más, arrojó alguna luz sobre la localización en el cerebro de aspectos tales como la capacidad de planificar el futuro o el sentido de la responsabilidad. Y por supuesto, para la reflexión filosófica es interesante ver cómo las lesiones cerebrales de Gage llevaron a un cambio no sólo en su forma de pensar sino en su moral.

Fuentes:

Antonio Damasio, El error de Descartes, Crítica, 2006.

lunes, 30 de marzo de 2009

La habitación china

El subtítulo de este blog ha sido, durante mucho tiempo "en directo desde la habitación china". ¿Qué habitación es esa? ¿Es una habitación decorada al estilo chino, llena de chinos, en un apartamento de Pekín u organizada según el Feng Shui?

Pues no. La habitación china es un experimento mental, propuesto por el filósofo John Searle para atacar la idea de que la mente es como un programa de ordenador. Idea que constituye la tesis central de lo que Searle llama "inteligencia artificial fuerte". Dicha tesis es una analogía entre el funcionamiento del cerebro y el funcionamiento de los ordenadores digitales que opera en ambas direcciones:

  • La mente funciona igual que un programa de ordenador, siendo el cerebro una especie de ordenador biológico. La mente es al cerebro lo que el programa es al ordenador.
  • Un ordenador, convenientemente programado para simular la inteligencia humana, no sólo es una simulación de inteligencia sino que es inteligencia. Dicho de otro modo: los ordenadores digitales pueden tener mente.

La crítica de Searle va dirigida a la línea de flotación de esta tesis: la definición misma de "ordenador digital". Es esencial para nuestra concepción de lo que es un ordenador que sus operaciones puedan especificarse de manera completamente formal, en términos de símbolos abstractos (unos y ceros, por ejemplo). Pero esos símbolos no se refieren a nada, no tienen significado, no tienen contenido semántico.

Y ahí está el problema de la tesis de la Inteligencia Artificial: nuestros estados mentales (nuestras creencias, deseos, etc...) sí tienen contenido semántico, aparte de los rasgos formales que puedan tener. Los pensamientos versan sobre algo: yo puedo pensar en Murcia, o desear una empanadilla, por ejemplo. Es decir, no sólo tienen forma sino que también tienen contenido, no sólo tienen sintaxis sino también semántica. La idea principal de la crítica de Searle es, por tanto, esta:

"La sintaxis sola no es suficiente para la semántica y los computadores digitales en tanto que son computadores tienen, por definición, solamente sintaxis"1.

Para apoyar su crítica, Searle propone el siguiente experimento mental. Imagina que no tienes ni idea de chino, que si ves un texto en chino no ves más que garabatos sin sentido. Imagina que te encierran en una habitación, y que en ella hay varias cestas llenas de símbolos chinos. Junto a ellas hay un manual en castellano que explica cómo combinar esos símbolos, pero dichas instrucciones se basan sólo en la forma de los garabatos y no en su contenido. Por ejemplo, una de las reglas del manual podría ser: "toma este garabato de la cesta A y ponlo junto a este garabato de la cesta B".

Imagina que meten en la habitación algunos otros símbolos chinos, junto con nuevas instrucciones para mandar fuera de la habitación ciertas combinaciones de símbolos chinos ante la entrada de nuevos símbolos.

Supongamos que fuera de la habitación, los "programadores" de este experimento llaman a los símbolos que entran en la habitación "preguntas" y a los que salen (combinados por ti) "respuestas". Con el tiempo, los programadores perfeccionan los manuales de instrucciones y tú te conviertes en un experto combinador de garabatos (en todo este tiempo no has aprendido el significado de esos garabatos). De hecho, el sistema llega a ser tan eficaz, que fuera de la habitación se realizan preguntas en perfecto chino y se reciben respuestas en perfecto chino, indistinguibles de las de un hablante chino.

¿Cuál es la gracia del asunto? Que sigues sin tener ni pajolera idea de chino. Has estado manipulando símbolos en base a su forma, sin saber nada de su contenido. Así que, aunque desde fuera de la habitación da la sensación de que dentro hay un hablante chino, la verdad es que no tienes ni idea de lo que estás haciendo.

¿Y la moraleja filosófica de todo esto? Que manipular símbolos en base a su forma no hace que conozcamos su contenido. Y esto es precisamente lo que hace un ordenador: no atiende al contenido de los símbolos, sólo a la forma. Para decirlo con términos precisos: lleva a cabo una manipulación sintáctica, no semántica. Y por lo tanto tampoco entiende lo que está haciendo, porque la sintaxis no es suficiente para la semántica.

Veamos entonces a qué conclusión nos lleva esto:

  1. La sintaxis no es suficiente para la semántica.
  2. Un programa de ordenador manipula símbolos en base a su forma o sintaxis, sin tener en cuenta el contenido semántico de éstos.
  3. La mente humana tiene contenidos semánticos.
  4. La mente humana no funciona como un programa de ordenador, ni un programa de ordenador puede ser una mente.
Como vemos, el argumento de Searle, si se acepta, es devastador para la inteligencia artificial, al eliminar la posibilidad de crear verdadera inteligencia mediante programas de ordenador. Y es importante señalar que la crítica searleana no depende del progreso tecnológico. No es una cuestión que se pueda resolver en un futuro, cuando tengamos mejores medios, ordenadores más potentes, etc. sino que tiene que ver con la definición misma de "ordenador digital" o "programa". Y todo esto con algo tan aparentemente inocente como una "habitación china".

Para saber más: