"Pues si, por ejemplo, cayese una piedra desde un tejado sobre la cabeza de alguien, y lo matase, demostrarán que la piedra ha caído para matar a ese hombre, de la manera siguiente. Si no ha caído con dicho fin, queriéndolo Dios, ¿cómo han podido juntarse al azar tantas circunstancias? (y, efectivamente, a menudo concurren muchas a la vez). Quizá responderás que ello ha sucedido porque el viento soplaba y el hombre pasaba por allí. Pero —insistirán— ¿por qué soplaba entonces el viento? ¿Por qué el hombre pasaba por allí justo en ese momento? Si respondes, de nuevo, que el viento se levantó porque el mar, estando el tiempo aún tranquilo, había empezado a agitarse el día anterior, y que el hombre había sido invitado por un amigo, insistirán de nuevo, a su vez —ya que no hay un límite para las preguntas que se pueden hacer—: ¿y por qué se agitaba el mar? ¿por qué el hombre fue invitado en aquel momento? Y, así, no cesarán de preguntar las causas de las causas, hasta que te refugies en la voluntad de Dios, es decir, el santuario de la ignorancia".Baruch Spinoza, Ethica more geometrico demonstrata, Apéndice al Libro I.
viernes, 12 de junio de 2009
El santuario de la ignorancia
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